Xavi: «El fútbol es un balón y unos amigos»

Xavi Hernández, el jugador español con más títulos tiene muy clara la definición del deporte que le ha hecho grande, el fútbol: «Una pelota y unos cuantos amigos. ¡Y venga». Un partidito, un rondo, írsela pasando, en la playa o en el jardín de casa. Entre risas. Eso es el fútbol. Niños pasándose la pelota […]
25 de mayo de 2015 - Sportyou
Xavi Hernández, el jugador español con más títulos tiene muy clara la definición del deporte que le ha hecho grande, el fútbol: «Una pelota y unos cuantos amigos. ¡Y venga». Un partidito, un rondo, írsela pasando, en la playa o en el jardín de casa. Entre risas. Eso es el fútbol. Niños pasándose la pelota en el patio de un colegio. Eso es fútbol», así lo define en una entrevista para El País.
El jugador de Terrassa reconoce que se va porque «es el momento… Me lo dice la cabeza y me lo avisa el cuerpo. El corazón no, el corazón es del Barça y aquí se queda», explica. Adiós a diecisiete temporadas como blaugranas que dan para «disfrutar como un enano. Y para sufrir… Ahora me siento muy feliz, estoy muy orgulloso de lo que he conseguido y de cómo me voy. Pero también las he pasado putas, ha habido días de pena, duros de verdad», reconoce.
Aunque admite que pudo irse antes, incluso, de que Pep Guardiola fuera entrenador del Barcelona: «Tenía una oferta del Bayern Múnich y estaba dispuesto a irme, es verdad. Y me dijo: “Xavi, no me imagino el equipo sin ti, imposible”. Y respondí: “Vale, me quedo”. Un entrenador impresionante. Igual es porque veíamos las cosas igual, entendemos el juego de manera idéntica. ¡Aquellos años de Pep se confabularon los astros! Y teníamos un equipo extraordinario. Pero nada fue casual, lo trabajamos mucho y fuimos muy superiores. Tengo una teoría: el Barça debe ser muy superior al Madrid, si no, no ganas; ellos hacen piña: la prensa, el espíritu de Juanito, el cómo no te voy a querer… Nosotros o estamos muy finos, o adiós. Con igualdad, ellos sacan cosas que nosotros no tenemos; aquí el dinamismo es negativo y allí, positivo».
Una sensación que también tuvo antes de empezar esta temporada: «Sentí buenas vibraciones, se me pasó el bajón de perder la Liga como la perdimos, en casa y sin jugar; lo del Mundial, que fue muy doloroso. Y sabía que venía Luis Suárez; hablé con Luis Enrique y me dijo: “Pelopo, piénsatelo bien”. Y la sensación fue: va a ir bien. En el chat de los colegas lo dije. “Chavales, me quedo un año más que esto pinta bien”. Luis se ha portado de 10 conmigo porque no me ha engañado. Y eso es mucho. Honrado y de cara. Le podía tener rencor por no hacerme jugar mucho, pero al contrario, le debo una, porque fue uno de los que más hizo para que me quedara. Me ilusioné. Y hablé con Zubi, que se portó extraordinariamente bien conmigo. Brutal. Me sabe muy mal lo que ha pasado con él; esta Liga también es suya. El día que dije que me iba me acompañó a casa y empezó a hacerme pensar que igual no había llegado mi hora. Menos mal que decidí quedarme», explica.
Precisamente este año, su última temporada, ha visto como no ha tenido tanto protagonismo como en las demás y Xavi explica cómo ha sido para él: «Es duro, claro. Pero he aprendido de otros compañeros que no jugaban, callaban y tiraban del vestuario. Uno de mis ejemplos siempre ha sido el portero suplente: no jugaba nunca y lo celebraba como el primero; así que he pensado mucho en Jorquera, en Pepe Reina, gente que siendo como es el jugador tan egoísta trabajan como nadie y no se quejan. Pues he aprendido de ellos. Mira, en Valencia me cambiaron faltando 10 minutos y salí al campo a celebrar el gol de Busi. ¡Me abracé a Luis Enrique! Me había cambiado y no estaba ni enfadado. He cambiado el chip y he hecho lo que se me enseñó de niño, pensar en el equipo. Quería acabar bien con un título y mira. El otro día hablaba con Puyi, que no pudo ni jugar ni ganar. Y mira cómo me he despedido del Camp Nou, increíble. Se han juntado todas las piezas del puzle. Escandaloso. No hubiera imaginado nunca un final como este, es de película.
De todos estos años aún no olvida su primer día en el vestuario del Barça: «Sentado, cambiándome, a un lado Figo, al otro Guardiola y llegar Núñez y ponerse a hablar con Pep. Y yo al lado. Y claro, me enteraba de todo, era un pipiolo y estaba ahí, me daba hasta vergüenza. Se portaron de maravilla conmigo los veteranos, Pep, Pitu, Luis, Sergi, Figo, Rivaldo, me trataron muy bien».
Pero sin duda el que le enseñó más fue Van Gaal al que recuerda con cariño: «Me decía: “Usted es mejor que Zidane”, y yo le respondía: “‘Hombre, no se pase, míster, gracias, pero no se pase”. He tenido mucha suerte, he tenido grandes entrenadores. Fuimos muy injustos con él, era un gran técnico».
Aún así, tiene claro con quien le hubiera gustado trabajar: «Con Johan Cruyff. Uf, nada me gustaría más. Es mi referente futbolístico y no lo he tenido, así que imagínate. Johan cambio la historia del juego, es indudable. Por lo menos en el Barcelona».
Diecisiete temporadas en las que ha ganado ocho ligas y sólo una en el Camp Nou: «¡Y sin jugar! Me sacó una amarilla el partido anterior Undiano. Y me fui a su vestuario y le dije: “Oye, que no te he dicho nada, que nos jugamos la Liga en casa”. “Aspavientos, me has hecho aspavientos”, me dijo», reconoce.
Otra de ellas la ganó desde el sofá de su casa: «La que decidió un gol de Capdevila contra el Madrid, estábamos en casa todos y empecé a llamar a decir: “Eh, chavales, esto hay que celebrarlo”. Y nos fuimos de fiesta, aunque al día siguiente jugábamos en el Manzanares, recuerda.
Hubo una que se ganó directamente en el descanso del partido en Balaídos: «El año que me lesioné. Para mí fue uno de los años más difíciles, pero me enseñó mucho. Me rompí los cruzados en un entrenamiento en diciembre. Me hice polvo la rodilla. Me enseñó a cuidarme. Yo no tocaba el gimnasio, pensaba que con tocar la pelota estaba todo hecho. No hacía pesas, tiraba de talento. Aquel año con la ayuda de Ricart y del doctor Cugat entendí que, o me cuidaba, o esto se me iba a acabar demasiado pronto», explica.
Diecisiete temporadas llenas de títulos, excepto durante cinco años en los que no se ganó ninguno y Xavi explica qué fue lo que pasó: «Perdimos esencia. Cambiamos de entrenador cada dos por tres, no encontramos estabilidad hasta que llegó Rijkaard. Y Ronaldinho. Cuando hemos ganado, hemos ganado desde la posesión, desde el balón, atacando para defendernos, con la esencia por delante. La única solución que tenemos es ser nosotros mismos. Si no respetamos el estilo, no tiene sentido, está demostrado. Pero en ocasiones, cuando no ganábamos, lo poníamos todo en duda y nada valía. Aquí enseguida se busca un tío de un metro ochenta y muy fuerte. Y no. Lo que se necesita son jugadores que entiendan la esencia, el tercer hombre, el pase para crear superioridad».
A pesar de ese bache, Xavi tiene claro con qué temporada quedarse: «Con la del triplete. Es el mejor año de la historia. Por todo, por cómo disfrutamos, por cómo ganamos. Aquel año fue la pura esencia. No se ha visto mejor fútbol que ese. Lo veo ahora y todavía pienso: es imposible jugar mejor. Ganamos la Champions de una manera supersolvente. Los años de Pep son irrepetibles».
Y la peor, la del año de Tito Vilanova: «El año de su enfermedad y la siguiente, el año de su muerte. La Liga de Tito se hizo muy dolorosa. Era un tipo superexigente. “Cien puntos, hemos de hacer cien puntos”, nos decía. Pero fue un año muy duro, había un ambiente de pena en el vestuario constante. Lo sacamos adelante por nuestro nivel futbolístico y porque Altamira y Jordi Roura se dejaron el corazón. Nos ponían un mensaje de voz, nos decían Tito ha dicho esto, ha dicho lo otro, Tito nos ha llamado… Estuvo superpresente. Yo cada dos por tres hablaba con él. Un día ¡me pegó una bronca! Tenía molestias, quise jugar y recaí contra el Milan. Y luego venía el Bayern y quise jugar y me llamó: “Como recaigas no juegas más”, me dijo. ¡Una bronca! Tenía mucho carácter, los tenía bien puestos», explica.
Tras tantos años, tantos éxitos, recuerda como si fuera ayer el día que hizo las pruebas para entrar en la Masía: «Mi padre en el coche diciéndome: “Abre bien los ojos y aprende, que esta oportunidad no la tiene cualquiera”. Ya estaba fichado, pero no lo sabía. Y eso he hecho: aprender, aprender y aprender. A mí me han enseñado a jugar y a ser persona en este club. Bueno y en la familia, claro. Al Barça se lo debo todo. He sido tan feliz. No lo hubiera imaginado jamás».