Opinión
¡Viva la hipocresía! La mía también
- 20 de noviembre
de 2022 -
- Iñaki Cano
Ya estamos metidos en faena. Comienza el Mundial de fútbol más extraño. ¿Extraño? ¡Vergonzoso! Una Copa del Mundo que todos, yo también, hemos escondido, tapado, disimulado con la excusa del mayor acontecimiento futbolístico que para el universo y hace que nuestros problemas se disimulen cantando goles de nuestras selecciones.
Catar hace muchos, muchos años, le dijo a los que mandaban en la FIFA que «queremos organizar un mundial de fútbol. ¿Qué hay qué hacer?». La respuesta fue sencilla por parte de aquellos dirigentes limpios de toda culpa: «Muy fácil. Sólo tenéis que comprarlo». Y, por lo visto eso hicieron. Pagaron muchos millones para organizar el Mundial del invierno del año 2022 y de paso, también silenciaron las vergüenzas de dirigentes, futbolistas y aficionados que estarán muy pendientes de sus ídolos y si no van a Catar, será porque no tienen el suficiente dinero para viajar a los partidos ni a los hoteles donde por cierto, el presidente Gianni Infantino, lleva viviendo en uno de ellos desde las campanadas del 2021 que daban la bienvenida al año 2022 el año de la Copa del Mundo.
Es tanto el dinero de gas catarí que ha entrado en la FIFA y sus asociados que las neuronas de alguno se ha atrofiado. La del presidente, Gianni Infantino seguro, porque es imposible ofrecer una conferencia de prensa con tantos dislates: «Hoy me siento catarí, árabe, africano, gay, discapacitado, trabajador migrante. Me siento como ellos y sé lo que es sufrir acoso desde pequeño. Fui pelirrojo y sufrí bullying. Si hoy leyera la prensa estaría deprimido. Soy hijo de trabajadores migrantes, en condiciones muy complicadas en Suiza, donde veía cómo trataban los que querían entrar en el país. Hoy, Suiza, se ha convertido en un ejemplo de tolerancia. Catar ha progresado y la FIFA está orgullosa de estar aquí. Estoy cansado de leer comentarios sobre gente y decisiones de hace doce años. Este será el mejor Mundial».
¡Ahí queda eso! Todo lo que ustedes han leído sobre los derechos humanos y su falta de respeto hacia ideologías, religiones u orientaciones sexuales, no son ciertas. Desde hace 12 años la península de Catar ya no es lo que algunos hemos venido denunciando. ¿Se puede ser más hipócrita que el presidente de la FIFA y sus votantes? Qué fácil hubiera sido decirle al mundo que el fútbol ha hecho una transacción comercial y que la han hecho con Catar. Por mucho que quieran ahora hacer un lavado de imagen, no lo conseguirán porque es imposible y porque, con el dinero que han dado, la esclavitud no será menor o menos invisible aunque según Infantino y sus ‘secuaces’, todo el mundo occidental es culpable desde hace 3.000 años. Lleva usted señor razón. Todos somos culpables.
El despropósito de la FIFA, lo remató el jefe de comunicación, Bryan Swanson. Si lo de su jefe fue un disparate lo suyo fue aún peor. Un día antes del comienzo de la Copa del Mundo, dijo que «estoy sentado aquí como un hombre gay. El hecho de que Infantino no sea gay no significa que no le importe. A él sí. Vosotros veis la parte pública, yo veo la parte privada. Hablamos mucho de esto. Ya he pasado algún tiempo trabajando al lado de Gianni y en todo momento me he sentido respaldado y ayudado. Soy gay como también lo son otros muchos de mis compañeros. La FIFA se preocupa mucho por todas las personas de todas las orientaciones sexuales».
Pues nada más. Espero y deseo que efectivamente sea el mejor mundial de la historia en el que las más pequeñas libertades antes inexistentes, consigan abrir las puertas de un país cerrado que permitan la entrada de un mundo nuevo después de la final del mundial. ¡Que empiece el espectáculo! Y, por lo tanto, qué continúe la hipocresía de la FIFA y sí, la mía también.