Alemania cambia el rodillo por el pincel

La 'Mannschaft' se las ha arreglado para competir, prácticamente sin excepción, a lo largo de toda su historia. Sin embargo, no ha dudado en buscar una evolución
12 de octubre de 2016 David de la Peña - Sportyou
España llegó el Mundial de 1982 con la ilusión de hacer algo grande. Era la primera vez en la historia que afrontaba la máxima competición futbolística como anfitriona, pero las cosas no fueron cómodas desde el primer momento. Una complicada concentración previa a la cita bajo la amenaza de ETA, y una presión desmedida por parte de la prensa sobre jugadores y el seleccionador nacional, José Emilio Santamaría, fueron importantes motivos para explicar el mal rendimiento.
España comenzó mal en un grupo sencillo -empató frente a Honduras y perdió contra Irlanda del Norte-, y a pesar de acceder a la fase de cuartos de final -entonces conformada por cuatro grupos de tres equipos cada uno-, prácticamente cavó su tumba. La selección española, tras los malos resultados, quedó encuadrada con Alemania Federal e Inglaterra, y hasta allí llegó su sueño mundialista.
España se jugaba el todo por el todo frente a Alemania, y el equipo entrenado por Jupp Derwall dejó una sensación de superioridad aplastante, a pesar del corto 2-1 final. Al día siguiente, las crónicas de los diarios nacionales coincidían en señalar que ante esa “tremenda superioridad física” no se podía competir. Los hermanos Foerster, los potentísimos laterales Kaltz y Briegel, el recorrido desde la zaga de Stielike o dos todoterrenos como Breitner y Dremmel intimidaron a una selección española que hincó la rodilla.
Un ‘rodillo’ que intimida a sus rivales
No cabe ninguna duda de que a esa superioridad física, Alemania añadía un indiscutible talento. Lo hizo con Beckenbauer en los 70 -que en cualquier caso era un jugador con una exhuberancia física notoria-, o con Littbarski, Rummenigge o Schuster en los 80, pero incluso en generaciones menos capacitadas para marcar diferencias desde las condiciones técnicas, esa convicción especial propia de su cultura y sus condiciones físicas le permitían competir contra los mejores. Era su modelo y lo que generaba respeto.
Los ejemplos más evidentes se dieron en los Mundiales de 2002 y 2006. En Corea y Japón llegaron a la final con un equipo en el que el trabajo de Jeremies, Ramelow o Frings era fundamental, mientras que cuatro años después cayeron en las semifinales en una escuadra en la que Michael Ballack era su principal estrella. Es imposible reducir tantos años de historia en unos pocos párrafos, pero a Alemania, haya tenido o no cracks de primerísima fila, su determinación en momentos clave y capacidad para resolver situaciones individuales gracias a su físico –Bierhoff en la final de la Eurocopa de 1996 es otro buen ejemplo- le ha bastado para ser una de las mejores selecciones de la historia.
La Alemania de Löw rompe con el pasado
Partiendo de la base de que históricamente Alemania ha tenido jugadores de pie finísimo y grandes talentos, generalmente han dado la sensación de ser la guinda a sus sistemas de juego, y no su paradigma. Hoy en día, sin embargo, la Alemania de Joachim Löw tiene como base este corte de jugador, y además muestra su predisposición por practicar un estilo de juego más asociativo y fluido a través de la gestión de la pelota. Kroos, Draxler, Götze y Özil son indiscutibles, ha entrado Kimmich como lateral derecho -antes lo fue Lahm– y su pareja de centrales; Hummels y Boateng, destacan, principalmente, por una facilidad tremenda a la hora de construir jugadas desde la primera línea.
No es ningún secreto que España, en 2008 y 2010, se convirtió en su bestia negra, precisamente practicando un estilo de juego de asociación y con muchos futbolistas ‘bajitos’ y de gran capacidad técnica. El sistema de juego alemán -potenciado también por el paso de Pep Guardiola por la Bundesliga- ha ido virando hasta convertirse en algo más similar -con sus matices, por supuesto- a lo que pudo verse con la selección española en el Mundial de Sudáfrica, que a lo que históricamente nos había tenido acostumbrados la Mannschaft.
Así, Alemania logró ganar la Copa del Mundo en 2014 -con uno de los partidos más emblemáticos de la historia de los Mundiales tras vencer 1-7 a Brasil-, fue uno de los equipos que mejor fútbol practicó en la Eurocopa de Francia, y asombra en estos primeros partidos de clasificación al Mundial de Rusia. Por si fuera poco, la sub 21, con Dahoud, Arnold, Leroy Sané o Gnabry, parece estar preparada más que de sobra para proseguir el legado. Alemania sigue compitiendo, pero no hay duda de que se ha adaptado a la vida moderna. Y de qué manera.