Tenía que ser Piqué

Tenía que ser Gerard Piqué el encargado de dar la primera alegría a todos los aficionados españoles en la Eurocopa. Bueno, quizás a todos no. La campaña maleducada de un sector de los seguidores de la Selección que no para de pitar al central cuando juega en España sufre un serio revés. Sí, ha sido Piqué. Y su hijo Milan, vestido con la camiseta de España, lo vio desde la grada. Gerard siempre ha sido un jugador comprometido mientras el mapa siga así. Y el fútbol, en muchas ocasiones, regala imágenes como la de Toulouse, con una grada enfervorecida vitoreando al central de España.

Una de las grandezas de este equipo, independientemente del resultado final, es que hace tiempo se convirtió en una aldea global, donde no priman los colores de los clubes, salvo pequeñas excepciones, y todos reman en la misma dirección. España necesita mejorar si pretende aspirar a revalidar el título. Arrancar siempre es difícil pero cuando lleguen los cruces no habrá tiempo para corregir. Nos sigue costando mucho hacer un gol y cuando lo tenemos en la hucha concedemos ocasiones. El partido de los checos hay que saborearlo por los tres puntos pero hay que profundizar en los problemas que tiene el equipo. Son solucionables pero no se pueden despistar.