Opinión
Los ‘Piquettoni’: historia de palos y astillas
- 16 de septiembre
de 2009 -
- David Sánchez de Castro
La Fórmula 1 este año tiene bastante más interés fuera que dentro de las pistas. Las normas absurdas, ilógicas y totalmente inviables de la FIA convirtieron este campeonato desde la primera carrera en una auténtica pantomima donde puede ganar un deshauciado o un jubilado de una escudería resucitada de la chatarrería. Sin embargo, lo que pasa fuera es digno del mejor (o el peor) culebrón, que ríete tú de ‘Cristal’, ‘Falcon Crest’ o ‘Pasión de Gavilanes’. En este caso, me voy a centrar en una familia que, siguiendo el asunto de las series, recuerda a ‘Los Soprano’.
Hablo de los Piquet. A mi siempre me ha merecido todo el respeto Nelson Piquet Souto Maior, es decir, Nelson Piquet Senior. Apenas recuerdo alguna carrera de él, pero siempre me han contado que como piloto fue un genio, muy temperamental (se lió a puñetazos con el chileno Eliseo Salazar en el 82 por haberle echado de pista), muy rápido y un auténtico adelantado a su época, los 80, donde los motores turbo V8 eran los reyes y Bernie Ecclestone no era el dueño del cotarro, sino un jefe de equipo más (de Brabham). Sin embargo, veintitantos años después me entero de que, según la rumorología de la época, sus luchas en pista con Nigel Mansell (ambos le regalaron a Alain Prost el campeonato del 86 por pelearse entre ellos en la última carrera y no puntuar) iban más allá de las pistas, y que el brasileño hacía cosas como meterse con la esposa del británico antes de cada carrera para minarle la moral.
Con estos antecedentes, ¿sorprende que ahora, un año después de los hechos, Nelson acuse a Renault de haber coreografiado el accidente de su hijo en Singapur 2008 para que Fernando Alonso ganase? Lógico es que un padre quiera lo mejor para su hijo, y de hecho, al tricampeón no se le puede culpar más que de lo contrario: si Nelsinho es alguien en el automovilismo es gracias a la creación por parte de su progenitor de toda una estructura deportiva en torno suyo para auparle a la Fórmula 1. Pese a que, como se ha visto en pista, sus méritos y capacidades eran más bien escasos. De la sobreprotección paterno-filial a la paranoia va un paso gigantesco.
Morderle la mano a Flavio Briatore (de muerte, como ha visto), aunque sea verdad que le obligaron a chocarse, no es de recibo. No ahora, al menos. Si Nelsinho y Nelson hubiesen sido gente de ley desde el principio, se hubieran quejado de este presunto amaño en aquel entonces, sin importarles que les expulsaran de Renault. Eso hubiera sido lo honesto, y no utilizarlo como medida de chantaje, tal y como le dice Flavio a Piquet en una carta, para salvarle el asiento a su hijito. Por otro lado, la respuesta de Briatore a los constantes ataques personales de los Piquet es completamente natural, aunque fuera de lugar: si ellos le ponen de inútil para arriba, es entendible que él saque los trapos sucios, turbios y posiblemente innecesarios del pasado de Nelsinho con un ‘amigo’ de 50 años. La consecuencia de este embrollo es, como Martin Brundell hace poco, que la carrera del chico en la Fórmula 1 ha acabado para siempre. A ver qué jefe de qué escudería se atreve a contratar a semejante elemento.
Veremos qué pasa el día 21, cuando el Consejo Mundial de la FIA posiblemente nos vuelva a sorprender con otra de sus absurdas decisiones. Y a todo esto, lo de Fernando Alonso con Ferrari paralizado porque aún no se sabe qué va a pasar con Felipe Massa, con Kimi Raikkönen de por medio, pero eso ya lo dejamos para otro momento. Quizá para un ‘spin off’ de este culebrón, ¿hay algún guionista en la sala?
Actualización: Los Piquet han presionado a la FIA hasta tal punto que Briatore y Symonds han dejado Renault. Ha parecido un accidente, desde luego.