Opinión
La casa de los mil líos
- 23 de enero
de 2011 -
- Eduardo Torrico
No hay semana de calma en el Real Madrid ni me temo que la vaya a haber de aquí a que finalice la temporada. Por muchos paños calientes que se le quiera poner a la situación, el divorcio entre José Mourinho y Jorge Valdano es total. Lo ha sido desde el primer día, porque el director general deportivo nunca quiso al portugués como entrenador (a él, ya se sabe, le gustan los entrenadores que apuestan por el “fútbol bonito” y que nunca ganan nada, como Arsène Wenger o como Manuel Pellegrini). Los rumores, los comentarios y, como ha ocurrido tras el partido con el Mallorca, las declaraciones no hacen sino aumentar el problema, sin que Florentino Pérez se atreva a coger al toro por los cuernos y dé su respaldo incondicional a uno en detrimento del otro. Lo dije en mi anterior comentario: este conflicto sólo se arregla echando a Mourinho o dando el mando absoluto a Mourinho. Pero el Real Madrid no se puede permitir el lujo de perder ni un día más sin tomar una decisión al respecto.
Para Mourinho este trance es nuevo. Nadie jamás interfirió en sus competencias cuando entrenaba al Oporto, y eso que Pinto da Costa es uno de los presidentes que más ficha y desficha en el fútbol europeo. Menos interferencias tuvo aún en el Chelsea, en el que el portugués no ejercía únicamente de entrenador sino también de director deportivo, porque era el mánayer (hagamos caso a la RAE, que quiere que lo escribamos así). Ni las tuvo en el Inter, donde todo el organigrama del club estaba a su servicio. Pero en el Real Madrid hay más jefes que indios, aunque siga siendo un misterio qué parcelas y qué responsabilidades corresponden a cada jefe.
Nunca he sabido qué hace Valdano en el Real Madrid, salvo, como estamos viendo esta temporada, torpedear las peticiones de su entrenador (Mourinho lleva solicitando un delantero centro desde el mismo instante en que tomó las riendas del equipo). Los grandes fichajes del club blanco los ha hecho siempre Florentino. No se sabe de ningún jugador de la plantilla blanca que haya sido una puesta personal del director deportivo, al contrario de lo que sucede en el Sevilla con Monchi, en el Atlético de Madrid con García Pitarch o, antes, en el Barcelona con Beguiristain. A Valdano sólo se le ve ajetreado en los tres o cuatro días anteriores al cierre del mercado, cuando trata de colocar a los descartes en cualquier sitio (y, siempre, en condiciones irrisorias). Las dos decisiones capitales de Valdano en esta última etapa han sido prescindir de Sneijder y de Robben, gracias a lo cual, en gran medida, el Inter y el Bayern Múnich disputaron la final de la última Champions League.
Mourinho ha tragado en el Real Madrid carros y carretas. Salvo en su petición de otro delantero centro, se ha conformado sin rechistar con lo que le han dado. Pero la lesión de Higuaín ha sido la gota que ha colmado el vaso. A nadie, salvo a un ignaro en materia futbolística, se le ocurriría pensar que el Real Madrid puede aspirar a ganar la Liga BBVA y la Champions con Benzema y, si se lesiona el francés, con Morata.
Me consta que desde el primer momento Mourinho ha despachado directamente con Florentino y con el director general ejecutivo del Real Madrid, José Ángel Sánchez, como ha reconocido ya en público el técnico portugués. Me consta que a Valdano le considera como lo que en realidad es: portavoz oficial del club. Si Valdano quiere seguir diciendo todas las semanas que tiene “cero problemas” con Mourinho, me parece bien, está en su perfecto derecho. Pero que se mueva y que traiga a Van Nistelrooy ya, porque, de lo contrario, el Real Madrid se quedará probablemente otro año en blanco y, lo que es peor, perderá a Mourinho al término de la temporada. Y si Valdano es incapaz de hacer un fichaje, que deje actuar a Sánchez, que ha evidenciado en todo este tiempo ser mucho más ágil y efectivo en las negociaciones.
Por cierto, con todo este maremágnum está pasando inadvertido un detalle: ¿quién fue el genio al que hace justo un año se le ocurrió regalar a Van Nistelrooy al Hamburgo? Nunca tuve la sensación de que el holandés sobrara en la plantilla blanca ni de que su suplencia pudiera ser conflictiva, pues pocos profesionales tan íntegros como él han pasado por el Real Madrid en los últimos tiempos. Se me ocurre que para paliar ese despropósito el responsable del mismo podría poner de su bolsillo los dos o los cuatro millones que puede costar repescar a Van Nistelrooy.