Los daños colaterales del caso Vitolo

El club está patas arriba por el ridículo institucional mientras la afición espera de uñas que visite el Pizjuán con Las Palmas o el Atlético de Madrid
12 de julio de 2017 - Sportyou
Vitolo es ya jugador del Atlético de Madrid. Ha pagado su cláusula de rescisión en la Liga de Fútbol Profesional y jugará hasta el 31 de diciembre de 2017 porque el Atlético, sancionado, no puede inscribir jugadores hasta el 1 de enero de 2018.
Punto y final. O más bien punto y seguido. El culebrón vivido de modo frenético a varias bandas entre el Sevilla-Atlético de Madrid-Las Palmas y Vitolo ha provocado una cornada con varias trayectorias que no se cerrará de la noche a la mañana. Hay vencedores y vencidos en el caso y eso genera incertidumbre con vistas al futuro. «Ha sido un día duro para mí y para mi familia», comentó Vitolo nada más aterrizar en el aeropuerto de Las Palmas. Casi a la misma hora el presidente del Sevilla, Pepe Castro, cargaba contra el jugador y amenazaba con acudir a la FIFA porque en el club entienden que la espantada del jugador es ilegal. También reseñó que las relaciones con el Atlético y Las Palmas no serán como hasta ahora.
Punto y final. No. Punto y aparte. El morbo estará servido el próximo día 20 cuando en la Real Federación Española de Fútbol se sortee el calendario de Primera división. Los seguidores sevillistas estarán muy pendientes de conocer la fecha del derbi y de las visitas de Las Palmas y del Atlético de Madrid, diseñando en sus mentes el aquelarre preparado para recibir a Vitolo, siempre que los insulares acudan al Pizjuán antes del 1 de enero o con los rojiblancos con posterioridad a esta fecha.
Todo el mundo sabe cómo se las gasta la afición del Sevilla. Y si no que se lo pregunten a Sergio Ramos. El central del Real Madrid ha sido el blanco de las críticas de un sector de la grada y se han dedicado gestos poco decorosos para el mundo del fútbol.
Punto y final. No. Más bien esto no ha hecho nada más que comenzar. Del Nido ha dimitido de vicepresidente por el ridículo y Pepe Castro está al borde del abismo, mientras la afición se siente herida. El culebrón sigue vivito y coleando.