Da Silva se elevó hasta el Corcovado

Thiago Braz Da Silva agarró la pértiga con fuerza, avanzó por el callejón, la clavó a bañera y comenzó a retorcerla mientras se impulsaba hacia las nubes del estadio de Río de Janeiro. El listón situado en 6,03 metros no opuso resistencia ante tal belleza de obra y el brasileño tuvo tiempo de saludar al Cristo de Corcovado. «Buenas noches, soy el nuevo recordman olímpico y traigo una medalla de oro para nuestro país», tuvo tiempo de decir antes de caer sobre la colchoneta.

Lo hizo. En un concurso extraordinario, el joven atleta local se convirtió en la sorpresa de la jornada y dejó helado al francés Renaud Lavillenie, que no repitir el oro alcanzado en Londres hace cuatro años. Día histórico para Brasil. Día histórico para la pértiga pues Da Silva establece un nuevo récord olímpico para delirio de la grada.