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23 de marzo de 2023 23/03/23

Opinión

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Algo huele a podrido en España


  • 19 de febrero
    de 2011
  • Eduardo Torrico

Perico Delgado ganó el Tour de 1988, pero estuvo a punto de perderlo. En un control antidopaje se le detectó probenecida, un medicamento que se usa para combatir la gota o para enmascarar otras sustancias químicas en el organismo. Le salvó que la probenecida, aunque figuraba en las listas del COI, no había sido todavía prohibida por la UCI. Y le salvó, también, la decidida defensa de Javier Gómez-Navarro, a la sazón secretario de Estado para el deporte del Gobierno socialista de Felipe González. A día de hoy, 23 años después, Perico Delgado, que aparece casi a diario hablando en televisión y en radio o escribiendo en periódicos, no ha explicado por qué tomó la probenecida. Seguimos con las ganas de saber si es gotoso o es que quiso enmascarar alguna sustancia ilegal. Porque, si no tenía nada que ocultar, ¿por qué tomó probenecida?

Miguel Indurain ganó los Tours de 1991, 1992, 1993, 1994 y 1995, años en los que en España todavía gobernaba el PSOE de Felipe González. Durante todo ese tiempo, Indurain tuvo como médico de cabecera a Sabino Padilla, el gran gurú del dopaje en España junto a Eufemiano Fuentes. A Padilla le pillaron con el carrito del helado justo cuando quiso engrosar su cuenta bancaria y se pasó al fútbol, al Athletic de Bilbao. A las primeras de cambio dio positivo Carlos Gurpegui por consumo de norandrosterona y ahí empezó a declinar la estrella de Padilla. Pero hasta entonces había campado a sus anchas en el ciclismo y en el atletismo. Tres lustros después de su último triunfo en la ronda gala, Indurain todavía no ha explicado por qué tenía como médico de cabecera a Padilla, al que ya entonces apuntaban todos los dedos como experto dopador. Tampoco ha explicado Indurain por qué exigió a Juan Antonio Samaranch, a la sazón presidente del COI, no tener que pasar ningún control antidopaje a cambio de participar en los Juegos Olímpicos de 1996. Si no tenía nada que ocultar, ¿por qué exigió a Samaranch no pasar controles antidopaje en Atlanta?

Alberto Contador pelea en los despachos para que no le despojen de su victoria en el último Tour y, por ahora, se está saliendo con la suya. Aprovechándose de lagunas en los reglamentos y utilizando una retahíla científica o pseudocientífica ha conseguido embarullar el caso y que sean muchos los que creen que el clembuterol que contenía su organismo era consecuencia de haberse comido un solomillo de buey. También le ha venido muy bien la defensa pública hecha por el presidente del Gobierno de España, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Contador no ha sido sancionado y ya está compitiendo de nuevo, como si tal cosa, pero, a día de hoy, Contador todavía no ha dicho una sola palabra de por qué en los cuatro controles antidopaje que se le hicieron en el último Tour se detectó que en su organismo, además de clembuterol, había residuos plásticos, indicio, según la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) de que días antes el ciclista español había sido sometido a una transfusión. Si no tiene nada que ocultar, ¿por qué no explica qué hacían esos residuos plásticos en su sangre?

Lo primero que quiero aclarar es que la coincidencia del Partido Socialista con todas estos hechos cuando menos sospechosos es, a mi modo de ver, casual. No creo, ni mucho menos, que el Partido Popular haya luchado más que el Partido Socialista por erradicar el dopaje del deporte español. Es más, creo que PSOE y PP han hecho lo mismo en la lucha contra el dopaje: nada. Nada, porque a los dos les han venido de perlas los éxitos internacionales cosechados por nuestros deportistas. Pero crece la lista de triunfos de nuestros deportistas, a la par que crece el recelo en el mundo entero hacia nuestros deportistas. Damos la sensación de que España es el paraíso del dopaje y lo lamentable es que están cargados de razones para pensar así. A nuestras autoridades políticas lo único que les preocupa son los títulos y las medallas, para poder sacar pecho y para poder aparecer en la foto junto al campeón de turno, sin darse cuenta de que con esa actitud lo único que consiguen es que los que ganan títulos y medallas de forma limpia estén también en entredicho por culpa de los tramposos y de los que consienten las trampas. Algo huele a podrido en España y no estamos haciendo nada por evitarlo.

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