Opinión
Alemania no asusta, pero nos la creemos
- 12 de junio
de 2016 -
- David de la Peña
El debut de Alemania no dejó una actuación devastadora, pero aún así fue suficiente para que el equipo de Joachim Löw fuese capaz de transmitir la sensación de ser la selección grande que, hasta el momento, más claro ha tenido tanto su plan de juego, como su voluntad por llevarlo a cabo. Y eso, en un torneo corto, es un plus añadido. Inglaterra rindió bien durante la primera mitad frente a Rusia, mientras que Dimitri Payet demostró que Francia tiene calidad individual para competir frente a cualquiera, pero Alemania ha mostrado otra cosa.
Su puesta en escena frente a Ucrania ha sido brillante. Löw ha elegido un 4-2-3-1 en el que Toni Kroos ha hecho de mediocentro más posicional -aunque tenía movilidad para ocupar el costado izquierdo a la hora de sacar el balón o asomarse a zonas cercanas al área si lo consideraba oportuno- y ahí, por detrás de la línea de la pelota, ha activado todo el juego alemán en campo rival. Khedira -su teórico acompañante en el doble pivote-, Götze, Özil, Müller y Draxler se movían constantemente por delante de él, y la precisión y creatividad del centrocampista del Real Madrid ha hecho el resto para que todos encontrasen situaciones de ventaja.
Esta Alemania tiene claro que su sistema de juego se basa en la tenencia de la pelota, con mucha movilidad tanto de sus centrocampistas como de sus delanteros -que en realidad se funden de forma constante, y el ejemplo es Khedira, que muchas veces acaba como hombre más adelantado-, y salidas de balón rasas y pausadas en las que a Kroos se suman Neuer y Jerome Boateng, quienes tienen un peso importante en ese momento del juego. No cabe ninguna duda de que esta selección alemana tiene un talento ofensivo espectacular, y largas fases del partido frente a Ucrania lo pone de manifiesto.
Sin embargo, Alemania no ha asustado, y en algunos tramos del encuentro se le han visto las costuras. Para que el sistema alcance esas fases de fluidez con balón y tantas posiciones de remate, Löw apuesta por muchísima libertad en sus hombres de la última línea y la necesidad de que Khedira -no olvidemos, un integrante del doble pivote- se mueva en vertical para acabar en zona de remate de forma constante. Eso provoca que si la jugada no se acaba, el contragolpe rival ponga a sus atacantes, directamente, contra la línea defensiva germana.
Dicho de otro modo, la propuesta alemana tiene poco que ver en lo esencial con la España 2010-2012 -aunque se compare en algunos aspectos-, ya que se cambia el control enfermizo que priorizó Del Bosque con mucho pase horizontal y ritmos bajos, por un sistema mucho más abierto, agresivo y por momentos, quizás suicida. Parece evidente que esta selección alemana necesitará compensar esta circunstancia de algún modo, pero lo más positivo para ellos es que Löw sólo debe de agregar matices puntuales a una idea en la que sus futbolistas creen a pies juntillas. Y eso es valiosísimo.