
Los años pasan. Las canas aparecen, los kilos vienen para quedarse, las resacas «duelen» más y los Spurs siguen igual. Como Jesús Vázquez. La NBA ha crecido y mutuado, Stern se va a marchar y los chicos de Popovich juegan a lo mismo. Es curioso que un equipo con una plantilla basada en tres pilares, con tantos cambios, siga haciendo lo mismo temporada tras temporada.
Desde que comenzase la temporada 99/00, los tejanos han ganado, como mínimo, 50 partidos. ¡50 victorias es su peor registro en 14 años! (Y porque sólo se jugaron sesenta y seis partidos por el cierre patronal). Siempre ha sido así, ganando por sistema, manteniendo este nivel. Nunca ha habido una temporada mala para ellos. Han pasado por allí todo tipo de jugadores, atletas, lectores de juego, pelirrojos, rubios, afroamericanos, europeos, argentinos, etc. Y siempre han jugado bien a esto. Todas las temporadas siendo de los mejores, según el año, estando muy arriba o sólo arriba pero si uno revisa los números, resultados y estilo, los Spurs son rutinariamente perfectos.
Han ganado cuatro anillos desde 1999. Cuatro campeonatos firmando un juego sin fisuras, lento o vertiginoso cuando toca, dependiendo de las piezas de la estructura. Popovich es uno de los tipos más inteligentes que hay en el mundo del baloncesto. Aprovechando primero la llegada de Duncan y después la de Ginóbili y Parker, el técnico ha sabido fortalecer su idea alrededor de estos tres pilares. Funcionar como un reloj. Dando la hora perfectamente. Unas veces han sido los únicos y otras veces han tenido que ver cómo otros lo hacían mejor que ellos. Áquellos se fueron pero, como una roca, los Spurs siguen inalterables. El concepto es simple: nosotros siempre igual. Unas temporadas, valdrá. En otras no pero siempre estarán ahí.
Es curioso porque ante nosotros lleva sucediéndose este hecho extraordinario. Casi una década y media de excelencia. Nosotros asumimos con normalidad que los Spurs siempre estén ahí. Incluso somos capaces de descartar esta filosofía porque los que la ejecutan son excesivamente maduros. ¡Qué equivocados! Los tejanos viven en un rutina brillante sin darse importancia. Como la muerte, siempre están ahí. Haciendo lo mismo, ganando lo mismo y esperando su oportunidad. En el junio pasado, se quedaron a un tiro libre de ganar su quinto anillo. Ante el todopoderoso LeBron. Casi. Yo me pregunto si en este curso desaparecerá ese «casi». Obligados estamos a esperar pero lo que no debemos hacer bajo ningún concepto es sorprendernos que este equipo haga lo que lleva haciendo desde 1999. De eso, no.